Juan de la Cruz, 1. 20302 Irun. Gipuzkoa (+34) 943 66 04 00 Lunes a viernes: 9:00 - 13:30 / 15:30 - 19:00 | Sábados: 9:00 - 13:30

Noticias

“En mis vinos uso mucha garnacha porque quiero representar La Rioja”

TOM PUYAUBERT, PROPIETARIO Y ENÓLOGO DE LA BODEGA EXOPTO

Frescos, vivos y sutiles. Así son los vinos que Tom Puyaubert elabora en su bodega Exopto de Laguardia (Álava). Este bordelés llegó a tierras alavesas en 2000 como representante de una tonelería francesa y, tres años después, se embarcó en la aventura de producir sus propios vinos, al margen de las grandes bodegas. Cuestionado en sus inicios por su empeño en transmitir la esencia del terruño, ahora abandera el grupo denominado Rioja’n’Roll, grupo de vitivinicultores artesanos que ha dinamizado el anquilosado panorama bodeguero riojano. En Vinoteca Mendibil hemos charlado con Tom para conocer con más detalle su visión del mundo vinícola.

¿Qué es lo que buscas con tus vinos?

En mis vinos uso mucha garnacha porque quiero representar La Rioja. Hace 30 años, la mitad del viñedo era de esa variedad y luego se plantó tempranillo por todas partes. Ahora estamos en un 15% de garnacha. Quiero representar La Rioja en todas sus facetas: garnacha, tempranillo y graciano. He ido investigando la importancia que estas variedades tenían antes y, claro, los vinos envejecían mejor. Tenían la acidez aportada por la garnacha y la graciano. Creo que el deber de todo viticultor es mantener la tradición, trabajar las viñas viejas y seguir elaborando producciones limitadas.

¿Cómo trasladas ese concepto a tus vinos?

Trabajo viñedos de 60 años de manera ecológica, con depósitos de hormigón y barricas de roble francés, que no marcan demasiado. Dejamos la justa cantidad de uva por cepa. Sale el vino con más color y con más potencia. ¿No es esto es más representativo que un vino de gran producción criado tres años en roble americano? Creo que estoy haciendo lo que se hacía hace mucho tiempo: transmitir en la botella lo que se tiene en la viña. Lo que quiero es formar una entidad agrícola de 20 hectáreas, mantenerla, trabajarla y que la gente venga a La Rioja y vea paisajes bonitos, viñedos y que beba buenos vinos.

Pero esa forma de trabajar tiene la contrapartida de que el rendimiento económico tarda más en llegar…

Sí, pero el vino es una actividad agrícola. Se ha pensado que era industrial y que el trabajo empezaba con la compra de la uva. Pero hacer vino es trabajar el campo y transformar el producto. Con eso nunca se ha ganado dinero. Se ha vivido bien, con libertad, pero nunca genera grandes beneficios. Las dos vertientes de entender este mundo son respetables.

Fuiste pionero en la modernización del vino en La Rioja. ¿Te costó abrir camino?

Cuando llegué a La Rioja estaban las bodegas históricas, como Cune, Marqués de Riscal, Bodegas Bilbaínas… y había un segundo tipo como Roda, Allende, Remírez de Ganuza con un nivel más preocupado por el viñedo, pero también con mucha producción. Fui de los primeros en lanzarme en pequeñas cantidades, de menos de 100.000 botellas anuales, buscando viñas atípicas, viejas. Recuerdo que antes de la crisis todo era tempranillo. Todo valía. Los viticultores pasaban de todo porque vendían bien la uva a un precio alto. Yo les contaba que estaba interesado en la viña vieja, que es mucho menos productiva, y se quedaban alucinados.

¿Y ahora?

Estamos en la posición inversa: todos los días me llama gente para venderme una viña vieja. Y eso me enorgullece. Ahora, el perfil del viticultor de Rioja es el de un señor de más de 70 años con hijos que han estudiado y viven en una capital, pero les da igual la viña. Este hombre, ahora, no sabe qué hacer con su viña. ¿La vende?, ¿la alquila?

La comercialización de tus vinos tampoco sería fácil al principio.

Ha costado porque aparecí con un vino distinto, huyendo del esquema riojano de crianza, reserva y gran reserva. Esto solo son parámetros de envejecimiento, no de calidad. Y tenía que explicarlo y abrir mentes. En La Rioja creemos que somos el ombligo del mundo vinícola, pero el alemán, el inglés o el americano compra y sabe que en otras zonas no existe esta clasificación. El vino se diferencia por terruño, que es mucho más interesante. Al extranjero, el que la botella tenga una etiqueta roja, verde o azul le da un poco igual. En mi opinión, la denominación de origen Rioja debería diferenciarse por zonas, en función de los suelos, y luego por pueblos. Este trabajo debería hacerse poco a poco.

Pero también hay que abrir la mente de los consumidores.

La mentalidad va cambiando, aunque en España cada vez se consume menos vino. Pero el mayor problema es que los jóvenes no beben vino. Nosotros queremos atraerlos con el aire fresco de nuestra forma de comunicar y las etiquetas. Hace 15 años, la calle Laurel de Logroño, que es un icono en España, daba todo vino de batalla. Ahora, mi vino está en cinco o seis bares. Hay un esfuerzo de los consumidores y los hosteleros por buscar alternativas. Explicándolo, poco a poco, se va entendiendo. Pero lo importante es no estar solo. Ahora hay un grupo de unas 15 bodegas que están en la misma línea que yo.

El grupo denominado Rioja’n Roll…

Éramos amigos, nos conocíamos de antes y fue fácil juntarnos, pero hay otras cinco o seis bodegas que perfectamente podrían entrar por su manera de trabajar. Cuanto más haya, mejor. No somos competencia. Prefiero que mi vino esté en la pizarra de un bar con un productor como yo y que la gente beba buenos vinos hechos por vignerons que trabajan sus viñas.